TERMINA EL 2020
Aquí estoy, terminando de ajustar este año que creo que ninguno de nosotros olvidaremos. Y precisamente lo termino encerrada en casa. Pues para rematarlo, enfermé de Coronavirus y me encuentro en cuarentena. Estoy bien. Todo ha quedado en unos malos días y el 2 de enero podré volver a salir.
Es posible que esta vez como la anterior no hable de esquí. De hecho, últimamemnte sólo veo la nieve a lo lejos cuando me asomo a ver las montañas de Nordkette desde mi balcón. En fin, ya sabemos que la vida a veces da cabida a otras cosas que mucho y nada tienen que ver. Pero es que este año ha sido un Sunami que ha arrasado con todo. E irónicamente no solo ha sido uno de los peores años de mi vida, sino a la vez uno de los mejores.
Todas mis energías han estado concentradas en una sola meta: salir adelante. En marzo cuando volví a Austria después de unas pequeñas vacaciones en casa (España), sentí caerme por un precipicio. Toqué fondo y el golpe fue fuerte. No me avergüenzo de decir que tenía el corazón roto; me había quedado sin trabajo y además me mudé sola a Innsbruck literalmente de la noche a la mañana. Estaba herida pero al menos consciente. He necesitado tiempo para recomponerme en la soledad de los confinamientos, la paz de las montañas y la compañía de grandes personas.
He podido apreciar que hay una fuerza interior que no me abandona nunca, y este año he tirado de ella hasta en los límites de la tristeza y el cansancio. No he dejado que se apagara mi luz, y en ese límite es dónde he aprendido una de las lecciones más importantes.
Esto ha sido construir un puzzle. Encontrar el mío y comenzarlo desde la primera pieza. Me encontré con piezas que antes no quise ver; con otras que no sabía ni de su existencia; acepté que un cuadro es hermoso con todas sus luces y sus sombras; y sobre todo afronté que sin esas piezas... mi puzzle quedaría incompleto.
En la dificultad, la necesidad y el esfuerzo de no desalentarme, en verano conseguí un buen trabajo en un colegio y en septiembre me ascendieron al puesto de coordinadora. Desde entonces, he disfrutado sacando partido a cada salida, cada llamada, cada montaña, cada amistad, cada entrenamiento, cada conversación y cada Aperol en las terrazas de Innsbruck.
¡¡Ooooo si, me estampé para sólo levantarme!!! Qué año más intenso, cuántas personas bonitas e interesantes he conocido y cuantísimo he aprendido.
Con respecto al esquí, no voy a poder dar clases pues la situación actual como sabéis es complicada. El glaciar lo cerraron a mediados de noviembre en el 2ª confinamiento y las estaciones no abrieron hasta el 24 de diciembre. Sin embargo, en breve espero poder volver disfrutar de la nieve y la montaña.
* La gran lección 2020: he aprendido a quererme.
* Hoy pongo mi última pieza. El puzzle está completo.
* y como dice un buen amigo mío: ab jetzt du kanns nur Bergauf gehen (a partir de ahora sólo puedes ir montaña arriba).
Os deseo lo mejor para el 2021. Mucha fuerza y adelante con todo.
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